
Sin embargo conviene no olvidar la connotación positiva que, ya en su origen latino, posee la palabra, puesto que la calificación de un acto como soberbio u orgulloso puede ser
sinónimo de óptimo o de bella factura. En la filosofía
Objetivista de
Ayn Rand, en particular, el orgullo es una de las tres virtudes principales
[cita requerida] y se define como estima
apropiada de sí mismo que proviene de la ambición moral de vivir en plena consistencia con valores personales racionales.
Para
Nietzsche el orgullo es una virtud elevada, propia de hombres superiores, la cual conduce a una honestidad absoluta consigo mismo (lo cual hace imposible cualquier trampa o acto deshonesto), valentía y superación constante siempre buscando estar por encima de los demás y no ocultarlo ante nadie
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