El entendimiento o intelección (del latín: intelligere, de inter: entre y legere: elegir, seleccionar, leer) en su sentido más común y tradicional se considera como facultad de pensar; el cómo y el dónde se produce el pensamiento como capacidad de leer el interior de la realidad de las cosas y, por tanto, de comprenderlas mediante conceptos adecuados a la realidad de ellas.
Es la capacidad de discernir cómo se relacionan entre sí las partes o aspectos de un asunto y de ver la cuestión en su totalidad, no solo los hechos aislados. El verbo raíz hebreo bin tiene el significado básico de “separar” o “distinguir”, y a menudo se traduce “entender” o “discernir”. Lo mismo sucede con el término griego sy‧ní‧ē‧mi. [1]
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