
La
esperanza es la virtud por la cual el hombre pasa de
devenir a
ser. Siguiendo a Santo
Tomás de Aquino, ha sido definida como "virtud infusa que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de conseguir la vida eterna y los medios, tanto sobrenaturales como naturales, necesarios para alcanzarla, apoyado en el auxilio omnipotente de Dios".
[1] A la esperanza se oponen, por defecto, la
desesperación y, por exceso, la
presunción.
En la Teología cristiana estas virtudes forman una unidad indisoluble con las
virtudes cardinales o naturales:
Prudencia,
Justicia,
Templanza y
Fortaleza y todas ellas en su conjunto describen la imagen cristiana del hombre.
Esperanza es el nombre de una de las tres
virtudes teologales o sobrenaturales, junto con la
fe y la
caridad.
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