Por ejemplo, es común pensar que existen profesiones que para ejercerlas requieren un talento particular con el que se nace. Sin embargo, aquello que parece innato responde en realidad al capital cultural que el individuo posee y que le permite destacarse en la actividad que realiza. No se nace, se hace.
La vocación como categoría moderna expresa una certeza, un absoluto, que en la vida subjetiva puede descubrirse, vía revelación y/ o hallazgo o por el contrario, la vocación se encuentra a través de un proceso de construcción más o menos racional a lo largo de la vida. Desde autores como Castoriadis, Derrida, Foucault la vocación conlleva la posibilidad de buscar, de explorar, de crear. La vocación más que una revelación o construcción de algo seguro categórico será una Búsqueda. En este sentido, la metáfora del horizonte es la que mejor representa la dinámica de la vocación como proceso incesante y en cierta medida difícil. La vocación es un proceso abierto, es algo que se va construyendo-desconstruyendo, construyendo a lo largo de la vida, como algo que se mantiene pero también cambia, la vocación sí existe y podemos desarrollarla, reorganizarla
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